Dionisio Amundarain: Nunca he condenado a ETA
Publicado a las 13:24 por manuelvh | Enviar por e-mail
Leo el Miercoles en el
Diario GARA (Diario vasco del entorno de la izquierda separatista y extremista y muy próximo a ETA), una colaboración en la sección de opinión:
Que yo recuerde, y sabiendo que era de ETA, con una sola persona he hablado largo y tendido en mi vida. Era por el año 1975.
Ni se me pasó por la mente el manifestarle ninguna condena. Lo que sí se me quedó grabado fue lo siguiente. Al despedirse me rogó: «Errezatuiok Ama Birjinari nire alde» (Ruégale a la Virgen por mí). Mi respuesta fue simplemente: «Hartzak heuk ere tartetxo bat Amari hitz egiteko» (Tómate tú también un ratito para conversar con la Madre) o algo parecido, esto último no recuerdo exactamente. Tengo que confesar que me emocionó aquella salida. Y, a la verdad, seguí rezando por él y lo sigo haciendo, aun cuando lo mataron al poco tiempo. Y lo sigo haciendo por todos los miembros de ETA. Me resulta enormemente gratificante hacer tal cosa.
Nunca he condenado a ETA. Son varias y variadas la razones para no hacerlo.
Ante todo, no me cabe en la mente el condenar a una persona. Un día los mandamases le presentaron a Jesús de Nazaret una mujer a quien habían pillado en adulterio. Querían enredar a Jesús. Este, según aquellos, tenía que condenarla a muerte, según establecía la ley; caso de que la condenara, Jesús se hubiera desdicho de todo lo que estaba proponiendo y enseñando; caso de que no la condenara, obraría contra la ley. Jesús les dijo: «El que de entre vosotros esté sin pecado, puede tirarle la primera piedra». Al oírlo, uno tras otro, se fueron todos ellos. [¿Verdad que en el fondo no eran tan malos? Porque, en el fondo supieron reconocer que eran pecadores. En nuestra sociedad los grandes acusadores los gobernantes, los grandes políticos, los super-fiscales, los super-jueces... ¿reconocen que son pecadores?]. Entonces, Jesús pregunta a la adúltera: «¿Ninguno de ellos se ha atrevido a condenarte?». Ella: «Ninguno, Señor». Y Jesús: «Tampoco yo te condeno. Puedes irte y no vuelvas a pecar» (Evangelio de San Juan 8,3-10). Personalmente, trato de no condenar a nadie; no sé si lo he conseguido siempre. Lo que sí tengo como norma es el lamentar las acciones que considero injustas; sobre todo, el denunciar las injusticias; mayormente, las cometidas contra los más débiles, sean individuos, sean colectivos o pueblos.
Nunca he condenado a ETA. En segundo lugar, desde hace muchos años, al tratar sobre la conducta humana y cristiana, me he dado cuenta de que es más noble y más eficiente hablar en clave positiva. Como dicen en Iparralde, Obro euli eizaten da eztiaz, ezik ez gibelminaz (Más moscas se cazan con miel que con hiel). Hace muchos años me tocó dar algunas clases de moral fundamental. En ellas insistí en lo que estoy diciendo. La gente estaba cansada de que se le hiciera fundamentar toda su vida moral en el rechazo del mal (del pecado, del pecado original, etcétera). Traté de darle una visión más gratificante, más atrayente, más seductora como la que consiste en poner la mira en el fin al que está llamada la Humanidad entera. La respuesta recibida fue muy agradable. Y creo que muy eficaz. A propósito, estos días he tenido la oportunidad de releer una poesía anónima, en español, escrita entre los siglos XVI y XVII; no puedo trasladarla a esta página, pero, a la vez, no puedo renunciar a citarla en lo esencial: «No me mueve, mi Dios, para quererte ni el cielo, ni el infierno. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en la cruz... muéveme... tu amor...» (Si a alguien le interesara la poesía entera, podría yo enviársela por correo electrónico; no le prometo por otros medios). Sinceramente, prefiero hablar en clave positiva, aunque alguna vez, llevado por el fuego interior encendido por una injusticia, a nivel individual o colectivo o de pueblo, no lo haya podido encauzar tal como por principio lo hubiera querido.
Nunca he condenado a ETA. En tercer lugar, porque, sin despreciar, ni mucho menos, el mensaje verbal, doy más importancia al no-verbal. Al testimonio de la vida, de la vivencia, de la existencia. En Euskal Herria nos conocemos casi todos. Personalmente o por referencias. Directa o indirectamente. Por lo menos, quienes, por las circunstancias de la vida, nos hemos visto envueltos en actividades más públicas que las ordinarias. Por ello, estoy convencido de que por referencias mucha gente de ETA sabe, si no perfectamente, sí fundamentalmente cómo respiro. Creo que el testimonio de la vida tiene más valor que todo un libro, en orden al tema que llevo entre manos.
Nunca he condenado a ETA. En cuarto lugar, porque creo que las palabras condenatorias son siempre, absolutamente siempre, contraproducentes en orden a conseguir lo que se pretende. Máxime, cuando la condena proviene de personas o grupos que, a su vez, no gozan de ninguna autoridad moral para exigir nada, absolutamente nada, a otros. «El que de entre vosotros esté sin pecado puede tirarle la primera piedra», les dice Jesús a los acusadores de la mujer adúltera. De hecho, me permito preguntar a todas las autoridades y colectivos que asumiendo el papel de papagayo llevan años condenando a ETA: ¿Qué habéis logrado? ¿Tenéis vosotros mismos las manos limpias? «La verdad no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las mentes» (Concilio Vaticano II, la Declaración Dignitatis Humanae, sobre la libertad religiosa, 1).
Nunca he condenado a ETA. No lo considero noble. No lo considero eficiente. Lo que sí quisiera al terminas estas líneas es lo siguiente.
Primero. Denunciar la acción de la autoridad que pretende considerar como delito el que se hable, el que se comparta una comida con gente de ETA, el que se tenga cualquier relación.
Segundo. Denunciar el que, sin conocer siquiera las listas, se haya afirmado que se iba a ilegalizar a Aukera Guztiak.
Tercero. Denunciar el que, al no encontrar en las listas de Aukera Guztiak ningún indicio punible, se haya rastreado en las listas de todos los firmantes que han hecho posible el que la citada Plataforma pueda presentarse a las elecciones.
Lamento sinceramente el que mucha gente haya llegado hasta ese grado de enfermedad mental. ¿De perversidad? Lo lamento vivamente. Le deseo una rápida y total curación.
Por mi parte, nunca he condenado a ETA, y no veo razón alguna para cambiar de postura. Más bien, gracias a Dios y gracias a muchos escritos de autores cristianos o no, me veo cada vez más reforzado en mi convicción de que se realiza mayor bien a la humanidad hablando, escribiendo y viviendo en clave positiva.
Quizá la cosa no sería tan grave si el tal Dionisio no fuera fraile Benedictino, y no manipulara de esta forma las enseñanzas de Jesús (Cierto que dijo "¿Quién te condena?", pero no recuerdo que dijera "Mata a tu hermano para conseguir aquello que crees justo") La cegera de los terroristas está por todas partes.
Desde otro lugar:
Diario GARA
Para un católico "no matarás" y "no cometerás adulterio" son igual de importantes, luego si Jesús perdonó a una adúltera podrá perdonar a un asesino de ETA.
Muy bien, pero como yo no soy católico y creo en un Estado de Derecho, asesinar es una cosa muy grave (el adulterio NO) y la gente que ampara a los asesinos, justificándolos, dandoles apoyo moral, económico, etc. por ejemplo no deberían recibir parte de los impuestos que pago. O sea, no deberían poder ejercer una representación pública.
Vamos, que se quejan de que por no condenar el terrorismo no pueden presentarse a unas elecciones, muy bien, que se quejen. Pero basta de utilizar la democracia cuando les interesa (€€) y atacarla cuando no les interesa.
Pues como Ana, he intentado leerme el artículo, pero no he podido acabarlo. Me hace gracia que critique que se abuse de "débiles", ya sean individuos o pueblos. Debe ser que pegarle un tiro a un concejal (o no concejal) que va solo y desarmado, no es abusar de los débiles. Es por una causa justa, claro.
Pues si, la polemica es gorda. No en vano tenemos a un grupo que, segun el tribunal supremo, esta formado por personas que apoyan o defienden el asesinato por motivos politicos
Y no solo lo hacen y se indignan cuando no les dan la razon sino que llaman fascistas y asesinos a los que sufren su locura, y, basandose en la religion, pretenden defender el asesinato
Veremos que dice el constitucional
Pues según la ley de partidos es el gobierno o la fiscalía las que pueden pedir que se ilegalize un partido (algo así como denunciar que el partido incumple la ley, quizá para evitar que los propios partidos se denuncien entre ellos, me imagino todo el día a Batasuna intentando ilegalizar el PP). En este caso lo han hecho los dos, por supuesto con el PP diciendo que si no lo hacían eran tan terroristas como ellos. Por eso Ibarretxe se ha metido con ZP.