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25 mayo 2005



Carta del padre del capitán González Castilla, muerto en el Yak-42


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La he oído esta mañana en la radio, en "Hoy por Hoy" de la Cadena SER:
El 26 de mayo de 2003, 62 hombres buenos fallecieron cuando regresaban a España después de realizar, con éxito y para orgullo de todos los españoles, una misión humanitaria. 62 militares -entre ellos, mi hijo, el Capitán de Ingenieros Ignacio González Castilla- murieron en lo que se ha considerado la mayor tragedia del ejercito español en tiempos de paz.

Desde entonces, algo está cambiando en la conciencia de la sociedad española. Muchos ciudadanos se han dado cuenta de las condiciones precarias en las que los militares españoles realizaban su trabajo, en pleno siglo XXI. También se han puesto los medios para evitar un accidente como el del Yak 42. Hoy los militares españoles viajan en aviones más seguros y están revisando los desfasados medios con los que efectuaban su trabajo.

En los 50 años que he dado al ejercito, he sido testigo de cómo ha cambiado esta institución. La tragedia del Yak 42 ha impulsado algo esta transformación, pero, además, ha servido para comprobar lo mucho que todavía queda por hacer.

Quise ser militar porque creía que en el Ejercito podría desarrollar unos valores que siempre he tenido muy presentes: por supuesto, el sentido de la disciplina, pero también el sentido de la justicia y de la igualdad.

Siempre he considerado que el ejercicio del mando debe realizarse con responsabilidad, sabiendo que hay que tratar a todos por igual. Nuestras Reales Ordenanzas establecen que "el que manda" ha de ser "modelo del que obedece", y no se puede inculcar el sentido de la responsabilidad si cuando corresponde asumir la propia, no se hace.

En el caso del Yak 42 hay muchas responsabilidades aún por asumir. Y no sólo por los mandos militares. También se debe pedir a los responsables políticos de las Fuerzas Armadas que hagan suyos los mismos valores que mueven a los militares. Unos y otros aún no han rendido cuentas judicialmente por una serie de reiteradas y comprobadas irregularidades. Esperemos que pronto lo hagan, aunque nunca se llegará a saber porqué se mintió tanto, a la familia militar y a la sociedad, para ocultar la verdad.

El Ejército ya no es una institución al margen de la sociedad, y su actuación debe ser analizada como la de cualquier otra institución. Nuestras Ordenanzas establecen que, "la justicia debe imperar en los ejércitos de tal modo que nadie tenga nada que esperar del favor ni temer de la arbitrariedad".

Siempre he pensado que los militares tenemos que respetar a todos y, además, respetarlos por igual. Y en los inexplicables errores de identificación, algunos ni siquiera honraron la memoria de sus propios compañeros, como tampoco se han respetado los sentimientos de los familiares. Lejos de estar cerca de las familias de los fallecidos, ciertos mandos nos han orillado de forma dolorosa, injusta e incomprensible cuando más lo necesitábamos.

No pude ver a mi hijo muerto. No me dejaron verle. Me negaron una última conversación con él, aunque ya no pudiera escucharme. No sé qué le hubiera dicho. Pero estoy seguro de que, una vez más, le hubiera manifestado mi admiración, porque si él quiso seguir mis pasos, tengo claro que yo hubiera querido seguir los suyos. Él también pensaba que el Ejercito debía ser una institución cercana, también creía en la justicia y en la igualdad.

Sé, mi capitán, que nos queda mucho camino por recorrer para conseguir ese ejercito en el que usted creía, pero, poco a poco, y pese a que algunos pongan demasiada trabas, lo estamos consiguiendo.

Carta enviada por el general de brigada de Intendencia, José Luis González Arribas, padre del capitán fallecido Ignacio González Castilla, uando se van a cumplir dos años de la tragedia del Yak 42, en el que murieron 62 militares.

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