Querido presidente:
Aún con el dolor a flor de piel por el fallecimiento de once trabajadores, algunos amigos y todos buenos colaboradores, escribo esta carta para presentarte mi dimisión.
Sinceramente pienso que todo el equipo de la Consejería ha trabajado sin descanso durante todas estas horas tan dramáticas, haciendo todo lo humanamente posible. Estoy orgullosa de ellos. No obstante las circunstancias me obligan a asumir la responsabilidad política de los acontecimientos.
Como sabes, no soy persona que quiera aferrarse a un cargo a toda costa, como he visto que han hecho algunos dirigentes del PP, todos no estamos en política por las mismas motivaciones, porque no todos somos iguales; por ello, yo ahora, después de haber acompañado a las familias de los funcionarios fallecidos y prácticamente controlado el incendio, presento mi dimisión.
Como siempre, estoy a tu disposición, decidida a dar en las Cortes de Castilla-La Mancha, todo tipo de explicaciones, con la conciencia de haber hecho todos los esfuerzos en el intento de hacer bien las cosas, pero con el sufrimiento personal y la sensación de impotencia por no haber podido evitar las consecuencias de estos accidentes fatales.
Te agradezco el apoyo que siempre me has ofrecido. Haber trabajado contigo para Castilla-La Mancha ha sido una experiencia apasionante. Adelante. Merece la pena. Un fuerte abrazo de tu amiga y compañera,
Rosario Arévalo.
Aunque personalmente creo que no tiene gran culpa, siempre está bien que, en este mísero país en el que todos se agarran a la silla con una fuerza inusitada, alguien tenga el valor de asumir su responsabilidad, irse a su casa, y dejar que venga alguien nuevo que quizá lo haga mejor.
A ver si se empieza a tomar ejemplo.
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