Ayer me volvió a pasar. Cuando vuelvo por la noche a mi casa desde Quevedo (plaza centrica de Madrid) paso por la puerta de un Corte Inglés. Y cerca de allí cada noche duermen algunas personas. No sé si siempre son las mismas, aunque supongo que sí. Es un soportal y parece que tienen un campamento bastante bien montado. No molestan a nadie e incluso a veces se les ve charlar y leer.
Pero lo que más me llama la atención, de lo que no siempre soy consciente, es de la otra miseria. Cuando el Corte Inglés saca los contenedores con los desperdicios de cada noche (supongo que de el supermercado) hay siempre gente esperando para revolver en la basura e intentar encontrar algo que echarse a la boca o que le pueda servir de algo. Pero lo más curioso es que no son los mendigos que viven cerca. Normalmente son inmigrantes, la mayor parte de ellos sudamericanos. Gente que, supongo, vive en una casa de alquiler compartida con otros muchos como ellos, hacinándose, trabajando por dos duros en condiciones que no serán las mejores y aún así manteniendo a sus familias de aquí y de allí.
Vamos, lo que el mundo lleva viendo años y años. Demasiados ya.
Etiquetas: MundoBola
A veces parece imposible saber de qué lado del charco se está peor. Irse, quedarse, finalmente qué tan distinto es el resultado...
Hace falta tener un poco de tiempo. 3 horas a la semana.
(No te limpia la conciencia, te la envenena más si cabe)
Escuela de Voluntariado de Madrid
C/ Segovia, 2, Bajo
28005 MADRID
Tlf. 91 758 18 60
Fax 91 758 18 64
escuelavoluntariado@munimadrid.es
www.munimadrid.es/escuelavoluntariado
Una vez oi en "Hablar por Hablar" de la Cadena Ser a un trabajador de Hipercor que decía que tiraban el pescado y la carne a la basura aún estando esta en excelente estado y que para evitar que se acumularan mendigos les echaban insecticidas para que no fuese comestible. No sé si era verdad, pero ahí queda.
me parece muy triste...parece que hay cosas que nunca cambiarán. Es como si la división entre riqueza y pobreza fuera una línea que trasciende el tiempo y que está siempre ahí, retando a la humanidad a quebrarlos...siempre y cuando la humanidad o algunos de nosotros estemos dispuestos a luchar contra ellos. ¿verdaderamente lo estamos?
Ayer lo estuve pensando otra vez. No solo es triste que pase esto, sino que además no deja de ocurrir en fechas tan marcadas como estas. Volví a pasar por el mismo sitio (un poco más pronto, no había nada) y llevaba unos cuantos euros en regalos.
La Conciencia me volvió a gritar.
Y al leer lo del insecticida siento pavor. No quiero creerme que algo así pueda ser cierto
PD: Sxim, te he borrado el segundo comentario porque al final si que lo había cargado. Sorry, a veces se vuelve un poco loco
Lo tremendo no es lo de la fecha, sino la permanencia de estas situaciones.
Soy argentina y me tocó regresar a la edad media, hace un lustro. Peregrinos del hambre, recorriendo en silencio la ciudad, buscando que comer, desorientados. Habían sido hasta el día anterior obreros calificados, miembros de la clase media.
Al tiempo, eran cartoneros, o sea que se su vida pasaba por la recolección de la basura y del producido de la venta comían. La tracción a sangre que había sido prohibida en los ´50, para la que era la 5ta ciudad del mundo, regresó. Hoy vemos más caballos que gatos.
En cuanto a lo que decís Wakalani, no te marches. Siempre queda la posibilidad de autogestionarse, pero en la tierra de uno.
Una cosa fue América, que abrió los brazos a la inmigración. Otra cosa es la situación de Europa y los modos de relacionarse con los extranjeros.
Una cosa es haber nacido de los bajaron de los barcos y tener 4.000.000 km2 para 38.000.000 de habitantes y otra, poner a esa gente en la superficie de la Pcia de Buenos Aires, mucho menos, cuando no se tiene por hábito, la actitud para incluirlos.
Hay que pensárselo mucho. No se trata que cada dos generaciones venga el desgarro de una partida y un cruce del océano. A cada uno de nosotros nos toca pelear por el bienestar de la tierra en que nacimos.
Y en algún momento sacaremos la cabeza de la tierra.
Saludos
Claro que es triste, pero ¿acaso no hemos contribuido entre todos a crear esta nueva especie de ratas humanas de ciudad?
Nadie quiere vivir esta realidad, y no obstante la vivimos.
A lo que cabría añadir: y tú, ¿qué has comprado estas navidades? (me lo puedo aplicar a mí mismo, por supuesto; entiéndase como pregunta retórica, no personal)
Por cierto, genial el apunte de Kalucifer.