El cadáver del guardia de seguridad yacía boca arriba. La mitad de su camisa caqui, a la altura del corazón, se había teñido de rojo pardo. Tenía todavía los ojos abiertos, y la expresión estúpida de los asesinados. Una de las dependientas se arremangó y empezó a arrastrar el cadáver lejos de la línea de cajas, dejando una líquida senda rubí en el suelo cerámico.Actualmente tenemos 3:
- Cosas así interrumpen el flujo de clientes. La próxima vez que tenga que disparar una bala, hágalo bien lejos de las cajas, ¿vale? - dijo entre bufidos de esfuerzo.
Etiquetas: Libros
0 Comentarios a “Balas”
Pon tu comentario