Bueno, la última entrada sobre el camino la quiero dedicar a aquellos pequeños temas personales que quedaron fuera del relato general
En primer lugar recordar a Almudena, con quien pasamos buenos ratos de albergue y recorrimos los últimos kilómetros de la peregrinación.
También a todos aquellos que nos dieron agua, sobre todo a los que nos metimos en sus casas con mucha cara de pena
Al trío de Lugueses, que conocían el camino pero no lo enseñaron, sólo decirles que no por muchos caminos recorridos te haces mejor persona. Los detalles feos del albergue de Miño y de la fuente de Sigüeiro os dejaron muy mal.
Fue un viaje ajetreado. La primera noche, con solo 12 km ya tenía mi primera ampolla. El segundo día ya eran 5, que me hicieron empezar a pisar mal. Después de los 41 kilómetros mi rodilla izquierda empezó a decir que no quería más. Un vendaje hecho con más cariño que conocimiento (aunque había mucho de lo primero, de lo segundo sólo había lo que aprendió viendo a Rafa Nadal) que funcionó realmente bien me permitió acabar la etapa. Ese día además, aunque no me salieron más ampollas las que había habían crecido de forma espectacular hasta reventar debajo de los parches. Todo un cromo. El último día la otra rodilla tenía envidia y llegúe a Santiago con las dos vendadas (toda una tradición, en mi primer camino llegué con la pierna derecha por tendinitis) y una última ampolla para despedirme
Otro asuntillo que quizá tenga que ver con el anterior es que el segundo día me di cuenta de que mis botas, con las que había andado mucho mucho, estaban dando ya sus últimos pasos. Con agujeros en la suela, el desgaste era ya muy grande. Debí mirarlo antes, pero confiaba mucho en ellas.
Además, me quemé las orejas. Es muy desagradable. En fín, que físicamente no fue lo mejor de lo mejor
En Betanzos no nos quedó más remedio que enviar una parte del equipaje que cargábamos. Nos libramos de 6 kilos entre los dos, y las mochilas seguían llenas, así que la cosa no era despreciable. A partir de ahí vimos las cosas un poquito más ligeras. Un recuerdo muy especial para la señora que, a pesar de tener prisa, nos guió hasta la oficina de turismo. Espero que tu hija siga luchando y consiga curarse.
Es bonito ver que ponen una placa en tu honor, aunque no lleve tu nombre, como la del albergue de Bruma
Agradecer a los que leeis el blog la paciencia por soportar cambios y actualizaciones. Sobre todo a los que lo sigais por un lector de feeds, que os habreis vuelto un poco locos
Y sobre todo agraceder a Ananuska que me acompañara en el camino, me cuidara cuando me hizo falta y su ayuda para escribir este recordatorio. Nada habría sido posible sin ti
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Uff.. qué dolor las ampollas, la verdad es que supongo que al final del viaje te sentirías muy orgulloso e ilusionado pero una cosilla que te quería preguntar: durante el viaje, ¿sentiste que te venías abajo y deseaste pararlo?
Bueno, es complicado. Hay bastantes momentos en los que no puedes mas y piensas en cogerte el autobus hasta el siguiente albergue. Pero tambien hubo algun momento en el que pensé que no iba a poder, que las rodillas no me iban a dejar seguir y que lo mejor era dejarlo
Pero al final sigues adelante y acabas llegando, con una gran sensacion de esfuerzo y autosatisfacción
Jo, yo es que me estoy haciendo mayor y pija... eso de aguantar con mochilón y ampollas, como que no... aunque me gusta que lo haga otra gente y nos cuente historias, jeje :)
Bueno, todo se aguanta... aunque todavia me va doliendo la rodilla
Espero que hayas disfrutado entonces con la historia :D
Eso no son ampollas son embriones de alien, y encima desde el primer día pa que luego digan que el camino no es duro... jejeje a lo mejor es que el hombre de uel no está hecho para andar