La penúltima etapa se presentaba dura. El día anterior había sido agotador y decidimos levantarnos un poco más tarde. Aún así salimos a las 9, porque teníamos que recorrer los 30 kilómetros que nos separaban de Sigüeiro, la segunda etapa más larga del camino.
Afortunadamente a partir de aquí hasta Santiago no quedaba ninguna gran cuesta arriba, así que quizá la etapa iba a ser facil, aunque luego comprobamos que no tanto.
La primera parte de la etapa transcurrió sin problemas. Quizá lo único resañable es que a muy poco de Bruma nos encontramos una cafetería con ultramarinos y nos avisaron de que era el único punto de toda la etapa donde podríamos comprar algo. A partir de ahí hasta Sigüeiro sólo había pequeños pueblos y, también a tener en cuenta, ninguna fuente (o por lo menos no encontramos ninguna). Eso sí, atravesamos algunos lugares por los que en primavera o en otoño debe correr bastante agua, tenían pinta de rios. En esas épocas quizá haya que dar un rodeo por los campos de los lados, pero tampoco hay mucho problema, no hay pérdida.
El gran problema de la etapa viene a raiz de atravesar la autopista. A partir de ese momento, y hasta el polígono industrial de Sigüeiro, el camino discurre por un carril de tierra paralelo a un gaseoducto o a un oleoducto y, creo, creado para controlarlo. El problema es que no existen casi árboles a los lados y a ciertas horas del día el calor puede ser horroroso. Además es una gran recta con subidas y bajadas, con un paisáje monótono y aburrido y, a destacar sobretodo en esta parte de la etapa, sin ninguna fuente (parece ser que había una desviandose un poco en algún punto del camino, pero no llegamos a saber donde y no estaba indicada)
Una vez se supera esa parte y el polígono industrial se llega al pueblo. El polideportivo está nada más entrar en el núcleo urbano a la izquierda, enfrente de la piscina municipal.
El problema de dormir en un polideportivo, aparte del polvo y que las colchonetas van sobre el suelo, es que hay que compartirlo con los usuarios del mismo. Así, estuvimos esperando hasta las 11 de la noche que dejaran libre la pista para poder poner las colchonetas y dormir.
Sigüeiro es un pueblo bastante grande con supermercados y cafeterias, ideal para comer o cenar y dar una vueltecilla tranquilamente sin mochila.
Nos quedaba sólo una etapa, 14 kilómetros para llegar a Santiago. Todos nuestros acompañantes optaron por hacer noche aquí igual que nosotros. Aunque quedaba poco la etapa del día anterior había hecho bastante mella en las fuerzas físicas.
Etiquetas: Personal
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