Como segunda etapa tuvimos que recorrer los 24 Km que distan entre Neda y Miño, donde se encuentra el siguiente albergue. Quedaban unos 105 Km a Santiago y la jornada iba a ser larga y dura, ya que por dos veces nos elevábamos para sortear una montaña para luego volver a bajar al nivel del mar.

En la primera parte, en los concellos de Neda y Fene, recorremos la misma ría que el primer día, pero esta vez por el otro lado y hacia el sur de forma que los primeros kilómetros (y todos los del día anterior) se podían haber evitado con un puente, pero no era cuestión ;-)


Poco después de salir nos encontramos la primera de las muchas fuentes de la primera parte del Camino. También pasamos por debajo de la autopista, siendo esta la primera de las tres veces que la cruzaremos. En uno de los pilares hay marcas del camino en dos sentidos opuestos. Hay que seguir la que está más clara, hacia la izquierda subiendo al lado de la autopista.


Una vez superado Fene, se atraviesa el Concello de Cabana. En un momento hay que ir por una senda bastante estrecha, cosa que nos extraño, pues era la primera vez que no podíamos ir en paralelo. Nos encontramos con que hay una subida y una bajada bastante hermosas para llegar al siguiente pueblo. Justo en la cima nos encontramos con un polígono industrial con una gasolinera. En ese punto las señales se pierden un poco, pero con un poco de esfuerzo se encuentran.

Nada más pasar Vilar do Colo (donde tuvimos que preguntar en un bar por el camino, aunque teóricamente la flecha estaba en una de las paredes de las casas a mano izquierda en la carretera) cruzamos (por segunda vez) la autovía por un puente elevado y poco despúes sale un camino de tierra a la izquierda entre el bosque.

Todo parecía perfecto, pero nos encontramos con una gran zanja de varios kilómetros que cruzaba el camino, haciendo imposible cruzarlo. Después de hablar con los obreros nos dijeron que no teníamos más remedio que descender un poco por la izquierda de la zanja hasta llegar a la carretera un poco más abajo. Es un poco peligroso, y no se cuanto durará (además de que posiblemente tengan que cortar la carretera y entonces ya no se me ocurre como pasar), pero hay que tenerlo en cuenta.


Se continúa descendiendo, pasando por debajo de la vía del ferrocarril para llegar a la playa de A madalena, por la que se camina hasta llegar a un gran puente sobre el río Eume (construido por Fernán Pérez de Andrade "O Bo" en el siglo XIV, tenía 79 arcos y entre los arcos 20 y 21 había una capillita y un hospital con doce camas atendido por un ermitaño. En el siglo XVI sólo tenía cuatro camas y en 1841 se deshizo. Tras sucesivas reconstrucciones y reformas, en la actualidad el puente conserva tan sólo quince de estos arcos), que nos lleva al pueblo en sí. Aunque no esté marcado hay que atravesar el pueblo. Aquí aprovechamos para comer algo y echarnos la siesta.


La salida de Pontedeume es una de las cuestas más duras de todo el camino. Después de superarla el camino ya es descendente hasta Miño. Poco antes de entrar en el pueblo cruzamos un puente romano (que hay que cruzar, aunque el camino no esté demasiado bien marcado) y, como no, por tercera vez la autopista, ahora por debajo.


En ese momento, aunque no lo sabíamos, el albergue estaba a pocos metros en línea recta (aunque no se seguro si se podía llegar) en lugar de eso, la señalización nos lleva a atravesar el pueblo sin indicarnos siquiera el albergue. Es muy conveniente preguntar por él nada más entrar en el pueblo, ya que si no se va a dar mucha más vuelta. A grandes rasgos lo que hay que hacer es una vez entras en el pueblo y al cruzar una calle grande (un poco más adelante, si sigues andando, hay una pared pintada con el Camino Inglés como tema con una mega vieira y alguna frase relacionada) bajas la cuesta que sale a la derecha, serpenteando. Se pasa por encima de las vías del FEVE y al llegar a una librería en una esquina de la derecha se coge la calle con la que hace esquina. El instituto queda a la izquierda y rodeándolo se llega por fin. El esfuerzo no merece la pena, pues es el peor conservado de los tres del Camino.

En Miño conocimos a unos nuevos acompañantes, cuatro granadinos que habían hecho las dos primeras etapas de un tirón.

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